El Atlántico como puente

Nacen todos los días, desde hace más de 500 años, viejas y nuevas lecturas de la conquista en un debate que siempre es activo. En circunstancias, contradictorio.
Lecturas llenas además, de posiciones cerradas. Excesos, y mucho celo. Muertes, persecuciones, desterrados, olvidados, ignorados, subestimados, beneficiados, justificadores, herederos, y todos juntos caminando por la amplia autopista que tiende el rapidísimo siglo XXI.
Interminable discusión ideológica y académica con vuelo y sentido: ¡bienvenida! Pero también mucho «panfleto» que estimula slogans y solo consignas. Discursos sesgados. ¿Entonces? Imprescindible volver la vista atrás en pos de reivindicaciones ante los despojos de una historia que no dijo toda la verdad. Hacer justicia y restablecer derechos. Y a seguir marchando. Urgente. Seguir el debate, pero en nuevo mundo. Con otros actores y en múltiples escenarios.
Durante el Congreso de la Lengua que se celebró en Cartagena de Indias en 2007 Carlos Fuentes1 (1928 – 2012) sostuvo: «¿Qué nombre nos nombra entonces? ¿Qué resumen lingüístico nos une y reúne? ¿Qué título, simplificándonos, da cuenta verdadera de nuestra complejidad? He venido proponiendo un nombre que nos abarca en lengua e imaginación, sin sacrificar variedad o sustancia. Somos el territorio de La Mancha. Mancha manchega que convierte el Atlántico en puente, no en abismo. Mancha manchada de pueblos mestizos. Luminosa sombra incluyente. Nombre de una lengua e imaginación compartidas. Territorios de La Mancha, el más grande país del mundo».
Y otra vez Fuentes; ahora desde su obra «El espejo enterrado» (Taurus. Madrid, 1998): «La medida de nuestro odio es idéntica a la medida de nuestro amor. ¿Pero no son éstas sino maneras de nombrar una pasión?». Buena reflexión. Oportuna también para trasladar a una escuela: más allá de las posturas y posiciones ante el tema, educar para despertar pasión. Y que esa pasión se catapulte en conceptos y competencias educativas.

¿Qué representó para América y el mundo la llegada de Colón?

• En primer lugar, comienza simbólicamente el curso de una nueva cultura planetaria, generando concretos nuevos escenarios políticos, sociales y económicos que desembocaran en un proceso global, que irrefutablemente tendió a convertirse en cada vez más universal. Desde ahí, y para siempre.
Seguramente los Aztecas mexicanos, poco o nada conocían de los Incas alto peruanos, y estos a su vez no poseían noticias del Cathay y Ciamba en China; como tampoco en Cipango (Japón) sabrían de nuestros Huarpes, de nuestros Puelches o de los Pigmeos del Congo. Desde esa fecha, América tomó noticias de Europa, Asia y África en forma regular. En casos, trágicamente. Mientras tanto, y con sorpresa ante lo observado, éstos europeos tomaron cuenta de la existencia de un nuevo continente. Más rico y sorprendente aún, que lo que la misma leyenda sostenía. Una vez más: la realidad superó la ficción.
• Es también, el momento, no del descubrimiento propiamente dicho, sino de la sistematización de un proceso: reconocimiento, ocupación y conquista organizada del continente por parte de una potencia: España. Posteriormente lo harán portugueses, ingleses, franceses y holandeses en otras regiones del mapa americano.
Por lo tanto:
a) Consideremos primero, que hacia 1492 ya existían en América aproximadamente 14 millones de nativos organizados en comunidades de altísimo desarrollo cultural y económico (las cifras oscilan ostensiblemente según distintos autores). En lo que concierne a nuestra actual Argentina, según el filólogo y ensayista Ángel Rosenblat (1902 – 1984), aproximadamente 300.000 nativos vivían en nuestra geografía nacional2. Mientras que en nuestros vecinos sudamericanos actuales, por aquellos tiempos habitaban: Colombia: 850 mil, Venezuela: 350 mil , Guayana: 100 mil, Ecuador: 500 mil , Perú: 2 millones, Bolivia: 800 mil, Paraguay: 280 mil, Uruguay: 5 mil, Brasil: 1 millón y Chile: 600 mil.
b) Además si la migración hacia el continente habría comenzado desde la Siberia asiática y desde la Polinesia y Australia, 30.000 años antes de la llegada de Colón, la consideración sobre «descubrimiento» no es apropiada.
c) Contemplando además que vikingos, aventureros y corsarios, entre varios (algunos autores sostienen que egipcios y fenicios ya visitaban estas tierras con cierta frecuencia desde mucho antes del arribo del genovés) el proceso que devino se relaciona con la conquista y no con el descubrimiento.

Móvil y derivaciones de la expansión y conquista ultramarina

Más allá de la sorpresa ante lo desconocido, y de las «supuestas» buenas intenciones políticas y religiosas, el primer móvil colonizador fue económico, reflejado cabalmente en el «diario de viaje» de Colón donde el tema «oro» es sumamente recurrente. Casi 185 mil kilogramos de oro y algo más de 16 millones de kilos de plata extraídos durante la época colonial así lo reflejan.
Reconozcamos además que sobre los excesos cometidos por los conquistadores en nombre de un Dios que nunca representaron, la destrucción de civilizaciones y el vaciamiento económico de amplias regiones, es justo, paralelamente, también plantear que España, en ese momento y en el marco de esa coyuntura política, es la única potencia colonial que debate y debatirá consigo mismo sobre la justicia o la injusticia de sus actos, y que si bien la posición mayoritaria del Imperio fue claramente favorable a la conquista (por favor, para el análisis no descuidar el tiempo y los contextos), no es unánime. De un espacio minoritario, resaltarán las voces ante los abusos de Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Viscardo y Guzmán o el padre Suárez, pioneros de la oposición ante los excesos y desmedidas usurpaciones.
También la visión de otro testigo crítico ante la conquista como Fray Francisco de Vitoria merece ser destacada, cuando señala que los españoles deben reconocer que los americanos son «los verdaderos dueños de las tierras». Llegando Vitoria, más allá aún, criticando al mismo Papa: «el Papa no es el señor civil y temporal de todo el mundo, razón por la que no tiene poder alguno sobre esos bárbaros ni sobre los demás infieles».

Una voz desde Mendoza

Otro ejemplo, pero ya en tierra mendocina, lo da el padre Diosdado, Rector del Colegio de la Compañía de Jesús, cuando deniega el reclamo de Domingo Sánchez Chaparro en 1634, que exige para su hija Clara las tierras que el cacique Tabalque, donara a la congregación. Sánchez Chaparro sostiene que los naturales no tienen facultad para disponer de tierras, vender o donar; a lo que Diosdado, contesta:
«los naturales son los señores de las tierras, no conociendo él ninguna legislación que ampare vuestro reclamo…».

Aquellos españoles más viejos

Lamentablemente quienes concretaron la conquista americana estaban «muy lejos» de los ibéricos que gestaron los primeros parlamentos europeos, como León en 1188, Cataluña en 1217 y Castilla en 1265. Aquellos del 1492 quizás, también eran ignorantes del ideario «comunero» de Villalar en 1521 o de la Constitución Liberal de 1812. Muy lejos, además, del ecumenismo de Alfonso «El Sabio», rey de Castilla y de León (1252-1284), una de las figuras políticas y culturales más significativas de la Edad Media en la península Ibérica y en el resto del continente europeo. Recordemos que Alfonso fue el introductor del Derecho Romano en Castilla, quien impulsó un formidable cuerpo de textos jurídicos, entre cuyas obra más significativa se encuentra el «Código de las Siete Partidas».

Volvamos al Territorio de la Mancha

La ruta del Atlántico era imprescindible para sortear el bloqueo continental impuesto por los turcos otomanos desde 1453 cuando tomaron Constantinopla, cortando el circuito comercial entre Europa y Oriente. El negocio de los metales, la seda y las especias requerían urgente un nuevo camino hacia Indias. Obviamente que el calendario y el sistema numeral Maya, la arquitectura y las esculturas Aztecas, y las obras hidráulicas y viales Incas, fueron menos significativas, y pasaron más inadvertidas para el conquistador español que el chocolate, el caucho, el tabaco, el maíz, la papa, el tomate, la mandioca y las esmeraldas encontrados en las distintas civilizaciones, futura base la economía europea.

Octubre en contexto contemporáneo

Probablemente los argumentos de Hipólito Yrigoyen, envuelto en plena Guerra Mundial, cuando decretó en 1917 el «Día de la Raza», estuvieron encapsulados en el clima de la época, teñido de un nacionalismo antiimperialista y espiritualista, opuesto al ideario imperante en gran parte del siglo XIX, impregnado de una hispanofobia liberal, que él (Yrigoyen) tanto enfrentó. Eran los tiempos de la «madre patria», donde Ricardo Rojas y Manuel Gálvez mezclaban lo hispano, criollo e indio como sustento de argumentos anticapitalistas y antisemitas, pretendiendo justificar los prejuicios políticos contra el materialismo cosmopolita que asomaba. Tiempos donde la unión de España e Iberoamérica se sostenía según el exagerado fundamentalista embajador español Ramiro de Maetzu, «bajo el estandarte de la cruz y la espada».En la actualidad, opuesto definitivamente al concepto de «raza» y contra el abominable criterio nazi de raza superior, podemos reflexionar desde otra perspectiva, haciendo eje sobre el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, siendo una fecha para la reflexión más que para la conmemoración.
Notemos además que de las más de 2 mil «lenguas», entre idiomas y dialectos, habladas en América prehispánica a finales del Siglo XV, hoy el castellano representa el cuarto idioma mundial con 500 millones de hispano parlantes, siendo el segundo idioma del mundo occidental3, y como hecho alentador la Ley Nacional de Educación (2006) estimula la recuperación de las lenguas autóctonas.
Contemplemos también, que el primer momento de la conquista, determinó el avasallamiento del panteón religioso indio, para ir con el tiempo morigerando las prácticas, y así concluir en una cultura religiosa sincrética, vinculando divinidades nativas con el Dios de los cristianos.
Es cierto también, que el vino y el aceite español llegado a América sirvieron de estímulo para el nacimiento de una industria propia. Mendoza es un directo beneficiado. Pero también llegaron desde Europa las enfermedades y las pestes que limitaron la salud de las generaciones venideras.
También el geométrico crecimiento del mestizaje, fruto de una fuerte simbiosis entre americanos y europeos, tiene en paralelo la muerte de millones de aborígenes. Y que la mano de obra nativa sometida a la esclavitud tuvo el mismo dolor, aunque distinto color, que la mano de obra esclava traída desde África.

Entonces, ¿Qué nos identifica?

América se manifiesta como el producto de la yuxtaposición de culturas convergentes, por lo tanto, nuestro denominador común surge de nuestras especificidades, siendo la rica diversidad creativa el mayor presupuesto ostentado. Y muy a pesar de nuestros desencuentros y los abusos que sometieron culturas y generaciones, América Latina es la tierra de las emociones, la fantasía y los recursos naturales. Continuará siendo el transparente espacio de las venas abiertas y la esperanza. «Porque en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación» (Eduardo Galeano).

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Gustavo Capone


1 Fuentes, Carlos: Escritor, intelectual y diplomático mexicano. Autor de novelas como «La región más transparente», «La muerte de Artemio Cruz», «Aura», «Cambio de piel» y «Terra Nostra». También autor de ensayos como: «La nueva novela hispanoamericana», «Cervantes o la crítica de la lectura», «Geografía de la novela», «La gran novela latinoamericana» y el citado «El espejo enterrado», entre otros.
2 Rosenblat, Ángel: Nacido en Polonia, a los seis años llegó a Argentina con su familia y allí realizó todos sus estudios. Se formó con Amado Alonso en el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, y tuvo entre otros maestros a Pedro Henríquez Ureña. El dato demográfico es extraído del libro: «La población indígena de América desde 1492 hasta la actualidad». Institución Cultural Española. Buenos Aires. 1945
3 «Mancha lingüística» que se proyecta. Según estimaciones, los hispanos representarán la casi mitad de la población de EE.UU. para el 2060. «Un mancha lingüística en expansión creciente, de flujo migratorio que constituye la nueva realidad mestiza del siglo XXI» (Víctor García de la Concha).