Acompañamiento a la trayectoria de alumna del IES 9-026 de Las Heras

lorenajimenezLorena Jiménez acaba de recibirse como profesora de Educación Inicial. Al igual que muchos mendocinos, debió hacer sacrificios para poder lograr su objetivo.

Lorena vive en el barrio Aeroparque de Las Heras, es hija de bolivianos, es la menor de cinco hermanos, mamá soltera de una adolescente y acaba de cumplir 40 años. Hace 13 llegó a la puerta de la familia Laricchia, comenzó a trabajar con ellos como servicio doméstico y acompañando a las hijas del matrimonio. Esta semana logró su título de maestra.

Lorena es tímida. De hecho y a pesar del esfuerzo de todos estos años, no le avisó a su familia que fue a rendir la tesis con la que se terminó recibiendo.

“Entré a trabajar hace trece años, cuando mi hijita tenía un año. Su nena más chiquita estaba haciendo la salita de cuatro. Hice el periodo de adaptación, me encargaba en la escuela y continué toda la primaria. Cuando mi hija empezó la escuela me hizo el clic: ‘¿por qué no puedo hacerlo yo? Siempre lo soñé’”, explicó Lorena

Ese fue el puntapié inicial, sumado a que también la animó el matrimonio Laricchia. “Al verlos a  ellos, a Hugo, a Mariana (Silvestri, defensora General del Ministerio Público de la Defensa y Pupilar), un ejemplo de mujer, la veía como trabajaba. Siempre me trataron como a uno más de la familia, estaba trabajando como servicio doméstico y no me arrepiento. Pero entonces, ¿por qué no estudiar, no cambiar esto? Así empezó todo”, relató Lorena

En un principio se propuso terminar el secundario. Poco después comenzó con el profesorado de primaria, «pero no me convencía, mi nena era chiquita y no iba a poder dejarla mucho tiempo sola, más allá de que mi mamá me ayudaba y la cuidaba», agregó.

«Después me sentía muy vacía. Me volví a anotar y arranqué inicial. Mi sueño era ser seño de jardín», sostuvo entusiasmada.

«A veces no daba, me cansaba muchísimo, pero veía a mi hija -que ya está en segundo año del Magisterio- y tenía que seguir. Estamos las dos siempre unidas para todos lados, hace 14 años luchándola solitas», sostuvo.

Con el apoyo de sus empleadores, su familia y amigas, Lorena logró saltar todos los obstáculos. Sin darse cuenta ya estaba en tercer año y «con casi todas las materias sacadas».

Aprovechó cada minuto de su tiempo, «era oro. Para mí cualquier hora era importante. Noches sin dormir, cansancio, sin vacaciones… pero hoy me siento feliz», resaltó.

Tras realizar sus cuatro meses de residencia -dos en jardín de infantes y los restantes en maternal- ya estaba casi lista para rendir su trabajo final. Lo preparó junto a una de sus colegas, pidió cuatro días en el trabajo para rendir una materia importante, pero sin decir que se trataba de la última, fue y encaró ese paso.

«No les quería decir que era la tesis. No los quería ilusionar», agregó.

Después de enfrentar a la mesa compuesta por seis profesores y de exponer su trabajo, una de las docentes salió con la libreta y le dio la buena noticia.

«Salí y era una lloradera. La llamé a mi mamá, que no lo podía creer porque ellos tampoco sabían que era para recibirme. No sabía cómo decirles, la llamé a Mariana, ella llorando también, después le dije a Hugo», contó.

«Soy hija de bolivianos, ellos nunca tuvieron estudios. Soy la más chica, la primera en recibirme, tener un título universitario y me siento muy orgullosa. Sí, se puede estudiar, ser mamá, trabajar. Se puede hacer todo, hay que tener fuerza voluntad y pedirle a Dios o a lo que crean, pedir y continuar porque se puede salir adelante, si uno hace las cosas bien, se puede», reflexionó Lorena.

Fuente: Diario El Sol