Bicentenario Cruce de los Andes: “La biblioteca es destinada a la ilustración universal y es más poderosa que nuestros ejércitos”

logo-cruceSan Martín cruzó la Cordillera con una colección de 800 libros. Mientras los espías se esparcían por la montaña, la sarga de los tenderos de Mendoza vestía al Ejército de San Martín, quien afrontó desafíos cordilleranos como la amplitud térmica y la alimentación de los soldados.

Esta entrega periodística se basa en la opinión del presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano, Eduardo Emanuel García Caffi, nota que Prensa del Gobierno de Mendoza publicará completa en un informe especial.

“El equipaje personal del general San Martín era modesto, a excepción de una serie de baúles destinados al traslado de su preciada colección de alrededor de 800 libros. El Padre de la Patria, de esta manera, trasmitía un mensaje poderoso: “La biblioteca es destinada a la ilustración universal y más poderosa que nuestros ejércitos para sostener la independencia”.

Cientos de espías fueron desplegados a lo largo de la Cordillera de los Andes con un triple objetivo: 1) llevar información precisa al general San Martín de lo que ocurría del lado chileno, 2) sembrar rumores falsos sobre lo acontecido en el lado argentino, para que los realistas no supiesen por dónde llegarían nuestras fuerzas y 3) minimizar bajas tanto patriotas como realistas, haciendo la guerra lo menos cruenta posible. A este proceso se lo llamó “guerra de zapa”: tácticas para desorientar al enemigo con informaciones falsas y estrategias de espionaje, a la vez que se procuraba contar con información fidedigna sobre lo acontecido en las filas enemigas.

Los comerciantes mendocinos proveyeron la sarga, de colores blanco y celeste, con la cual varias damas confeccionaron el estandarte que las fuerzas de la libertad llevarían durante la campaña. La poca ayuda que pudo conseguir San Martín desde Buenos Aires, debido en gran medida a la severa crisis económica por la que atravesaban las Provincias Unidas del Río de la Plata, la obtuvo gracias a los buenos oficios del director supremo Juan Martín de Pueyrredón.

Entre las dificultades que debió afrontar el Ejército que cruzó los Andes, pueden destacarse: los soldados tuvieron que soportar grandes cambios de clima; la sensación térmica agudizada por la altura; un sol muy fuerte de día, con temperaturas que llegaban más de 30 grados; durante la noche, el viento helado, con mínimas de 10 grados bajo cero, que podía llevar al congelamiento; una altura promedio de 3.000 metros, lo que provocó en muchos hombres fuertes dolores de cabeza, vómitos, fatiga e irritación pulmonar.

San Martín encontró una solución práctica para alimentar a sus soldados: una comida popular típica de Cuyo llamada “charquicán”, un alimento basado en carne secada al sol, tostada y molida, condimentada con grasa y ají picante. Era un alimento fácil de transportar prensado y se preparaba agregándole agua caliente y harina de maíz. El agua se transportaba en cuernos de vaca para fabricar recipientes individuales para cada soldado. Según algunas tradiciones, había quienes llevaban más de un cuerno, uno con agua y otro con aguardiente o vino, para combatir el frío.

El Ejército de los Andes partió de Mendoza el 12 de enero 1817 y llegó a Chile el 5 de febrero del mismo año. La expedición del cruce demandó 25 días. Siete días después tendría lugar el primer triunfo resonante de los patriotas argentinos y chilenos en Chacabuco, el 12 de febrero del mismo año. Esa victoria llevará a un entusiasta San Martín a dejar estas palabras para una de las páginas más significativas de nuestra historia: “Al Ejército de los Andes queda para siempre la gloria de decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña; pasamos la cordillera más elevada del globo, concluimos con los tiranos y dimos libertad a Chile”.

Fuente: Prensa Gobierno de Mendoza