«El vino y la independencia»

«[…] El vino de Mendoza ha tenido también un rol relevante en la independencia nacional. Basta señalar que San Martín lo eligió como alimento y como fuente de energía para los soldados que debían cruzar los Andes y librar las batallas decisivas en Chile. En aquellos años, muchos pensaban que era imposible cruzar con un ejército de 5.000 hombres, con sus armas, bagajes y cañones, a través de la cordillera entre la nieve, los precipicios y el desgaste físico agotador. San Martín se jugó a alcanzar este objetivo y planificó hasta el más mínimo detalle para hacerlo posible. Y dentro de su estrategia, el empleo del vino ocupó un lugar importante: debió destinar 113 mulas, con la misma cantidad de barricas de vino, para transportar el fruto de la vid, para asegurarle a cada soldado una botella por día. En realidad, la proximidad de la cordillera de los Andes significó un desafío para los grupos humanos instalados en Mendoza a lo largo de toda su historia. La travesía de la cordillera implicaba un enorme esfuerzo físico, que era indispensable realizar para mantener abierto el comercio trasandino. Cada año, más de cien arrieros trasladaban sus partidas de carga a lomo de mula, para mantener los circuitos económicos de la región. Y para hacer frente a esta desgastante prueba, dentro de sus provisiones, llevaban siempre los vinos de Mendoza. Cuando el general San Martín se puso al frente del cruce de la cordillera, esta vez para luchar por la independencia de Argentina y Chile, se utilizó este alimento: carne y vino para soportar el frío, el miedo y el desgaste físico de cruzar la cordillera. San Martín dispuso que entre los artículos de la proveeduría se llevaran cargas de cebollas, de ajos y de vino para racionar la tropa en las jornadas peligrosas. La estrategia sanmartiniana se reveló exitosa. Los soldados del ejército confederado argentino-chileno lograron cruzar la cordillera, entraron en Chile y aseguraron la independencia de la región. Los realistas fueron barridos del Cono Sur. En esta hazaña, reconocida en la historia universal, el vino de Mendoza prestó un servicio decisivo.

»Después de la guerra de la independencia, los mendocinos se aprestaron a poner en marcha una nueva etapa de la historia, en la cual, el vino tendría un rol central. Al romper los lazos con España, se generaron las condiciones para superar los límites que la metrópoli había impuesto al desarrollo económico regional, e incorporar nuevas opciones tecnológicas y comerciales.

»En los años siguientes, el nivel de actividad vitivinícola se mantuvo en estándares elevados, al menos hasta fines de la década de 1820. Hacia 1827, Mendoza exportaba 1.000.000 de litros entre vinos y aguardientes. Esto significaba un aumento del 50% en 25 años.

»Los vinos y aguardientes eran la principal producción de Mendoza. Así se refleja en las estadísticas de «exportación», es decir, de productos que se vendían fuera de la provincia. De acuerdo con los datos correspondientes a 1827, Mendoza exportó 12.738 cargas hacia los mercados de Chile, Buenos Aires, San Luis, Córdoba y Santa Fe. Casi dos tercios del total era vino y aguardiente seguían en importancia, trigo y harina, las frutas de orejón , jabón y cebo. Evidentemente, hacia fines de la década de 1820, la economía de Mendoza seguía centrada en la industria vitivinícola».

Extraído de Mendoza. Crónica de nuestra identidad. Programa 3 –  «La vitivinicultura en Mendoza: Primera Parte», (2004).
Edición conjunta: Universidad Nacional de Cuyo, Centro de Información y Comunicación,
Dirección General de Escuelas.

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