El orgullo de estudiar: decidió hacer la primaria a los 60 años “para aprender”

losandes_jovenesyadultosLos compañeros de la empresa donde trabaja, al enterarse que no sabía leer ni escribir le buscaron una escuela a la que va de noche.

No hay cansancio que detenga sus ansias de aprender y seguir adelante. Por eso José Edelmiro Argüello (60) todos los días apresura el regreso del trabajo para darse un baño e ir a la escuela, donde cuenta “aprendí a leer y escribir”. Agregó: “Estoy contento porque no es tarde para aprender”.

José asiste al Cebja (Centro de Educación Básica de Jóvenes y Adultos) N°3-065 “Fortín 25 de Mayo”, ubicado en la calle El Toledano, en el distrito de Las Paredes. Ya es el tercer año y no sólo aprendió a leer y escribir sino que por sus méritos es escolta de la bandera, además de ser un referente importante dentro de la institución por el respeto que despierta en los adolescentes que asisten a clases.

“Trabajé 28 años en la finca, querían cambiarme de tareas para ir ayudándome y les decía que no. Quisieron darme una Trafic, no acepté, hasta que llegué al área de pedidos de vino y mi compañero me insistía para que hiciera los pedidos. Entonces tuve que decirle que no tenía escuela, que no sabía escribir ni leer”, relató José sentado en un banco del salón de clases. Y agregó: “Ellos mismos me buscaron una escuela”.

Ahora ya es una anécdota. Parte de este trayecto que realiza con alegría todos los días. Su dedicación y su esfuerzo cotidiano se ve reflejado no sólo en sus palabras sino también en el premio de ser escolta de la bandera.

“Me siento contento, cómodo en la escuela. Realmente es la oportunidad de terminar o de volver a empezar”, afirmó con una sonrisa. Es que de niño no tuvo la posibilidad de ir a la escuela, ya que eran muchos hermanos y su papá falleció por lo que a los 12 años tuvo que salir a trabajar para ayudar en la casa.

“A mis compañeros (en su mayoría adolescentes) les aconsejo que no dejen de estudiar, que si lo dejan para cuando tengan mi edad más les va a costar”, señaló. José lidera un grupo de alumnos que participa de un torneo de tejo. “Les enseñé y a ellos les gusta porque es tranquilo y todos pueden participar. Quieren ser mi compañero de juego porque yo llevo años practicando. Me entreno incluso en el club Banco Mendoza”, contó.

“Mi nietita se pone a escribir y me pregunta: ‘abuelo ¿qué dice acá?’ como probando si sé, y es lindo eso”, manifestó José quien vivió un momento de gran emoción durante el acto de fin de año cuando llegaron invitados sus hijas y autoridades de la bodega donde trabaja.

“Ninguno sabía que era escolta. Mis hijas lloraban. Luego en la empresa pusieron fotos mías. También me hicieron hablar delante de todos.

Dijeron que es un orgullo para ellos”, aseveró, y contó que otros obreros -12 en total- se atrevieron y ahora también están aprendiendo a leer y escribir.

“Es muy respetuoso y eso lo contagia al grupo. Al principio le costaba hablar en público pero ahora puede exponer tranquilo como hacemos siempre con trabajos especiales sobre algún tema en particular”, contaron la docente Sandra Duplessis y Mónica Martínez, directora del Cebja. “Se da como un efecto en cadena y sirve para que otros salgan de situaciones difíciles también”, agregaron.

“Me costó al principio reconocer las letras pero con paciencia la señorita Sandra me fue ayudando. No quiero abandonar, me preguntan de dónde saco ganas para ir a la escuela después de trabajar y les respondo que tengo más ganas de estudiar que cansancio”, concluyó José.

Fuente: Diario LOS ANDES