Las huellas de la escuela están grabadas en cada casa

Reconocemos como positivo y venturoso los puntos comunes que supimos conseguir para enfrentar este inesperado desafío. No nos paralizamos. Lo entendimos rápido y eso hizo que nos ocupáramos inmediatamente. La escuela siguió “abierta” y todos seguimos aprendiendo.

Hemos forzado al máximo nuestras mejores energías y estrategias, más allá de nuestros puntos de vista y los avatares recorridos.  El sistema educativo en su conjunto no dudó. Sin descuidar los contenidos y funciones, cada supervisor, cada directivo y cada maestro, logró construir nuevos hábitos y reforzar nuevas capacidades.
El trabajo realizado por cada maestro desde su casa tiene las huellas de cada escuela. Son en paralelo además, las huellas de esas manos que diariamente cada docente ocupaba en presionar esa tecla emancipadora que albergaba la tarea cotidiana.
Estamos seguros de que todos protagonizamos algo nuevo, pero a su vez histórico. Nos enfrentamos ante lo inesperado y gracias al compromiso docente nos mantuvimos de pie. Por lo cual, el motivo de estas Jornadas Institucionales es continuar reflexionando sobre como surcar el impensado desafío, revisar temas pendientes, pero sobre todo buscar las mejores alternativas y construir los acuerdos operativos y pedagógicos para que “los chicos aprendan”.
Hoy, comenzando el segundo segmento del año, tras un breve y merecido descanso, nos predisponemos a pensar nuevas herramientas para seguir desenvolviendo proyectos y programas institucionales en pos de acortar la manifestada brecha educativa y mantener latente el fuego del conocimiento.
Hemos atravesado la mitad del puente. Ha sido duro. Siempre bajo el marco de la emergencia sanitaria debido al COVID 19. Y así seguiremos. Los buenos maestros que tuve en mi vida me enseñaron que es, en esta segunda etapa escolar, cuando la escuela se apresta a recoger los frutos sembrados. Sigamos caminando hacia esa próxima primavera. Primavera que tendrá en cada niña y en cada niño la esperanza de terminar el ciclo lectivo, pero también la expectativa del nuevo comienzo.
Me cautivó algo que leí en el pizarrón del patio de esa escuela cuando empezábamos el año escolar y nadie imaginaba lo que gracias a ustedes estamos sobrellevando positivamente. “En la vida no se trata de esperar a que pase la tormenta. Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia”. Gracias a los cientos de maestros que históricamente han honrado esa frase.
José Manuel Thomas