“Tierras que los huarpes cuidaron con pasión
Pero en una ocasión
Pedro Moyano Cornejo
Con prepotencia, ‘canejo’
Novecientas leguas cuadradas
Se adjudicó de una sola ‘oleada’
Para la triste desesperación
De ‘tuita’ la población”.
Copla “Novecientas Leguas”
Ramón Vidal Pérez (1921 – 2009).

I) Antecedentes: Tiempo compartido entre huarpes y españoles

• La previa: el tiempo nativo y la colonización española

No se han encontrado los títulos originales de los primeros repartos de tierras sobre el Este mendocino, pero sí poseemos las referencias concretas que posteriormente hicieron valer los directos descendientes españoles de tales beneficios. Un antecedente administrativo concreto que podría determinar la bisagra entre el tiempo nativo y el tiempo colonial en el Este mendocino, fue la «Merced Real» del 17 de diciembre de 1578 extendida por el Gobernador del Reyno de Chile”, Rodrigo de Quiroga López de Ulloa, a Pedro Moyano Cornejo. Documento oficial emitido bastante tiempo después que el español tomara posesión de hecho en la zona. Recordemos que Moyano Cornejo llegó a Mendoza con la expedición de Pedro del Castillo en 1561, y que los beneficios que consiguió se debieron a que formó parte de la expedición fundadora recibiendo tierras en compensación de su acción colonizadora, ocupando en la pionera oleada de conquistadores el cargo de Regidor, con funciones de policía y seguridad.

Pero además, al poco tiempo adquirió las posesiones que pertenecieron a los también expedicionarios Antonio Cambranes y Alonso de Torres. Sumemos que a lo recibido, Moyano Cornejo adosará tierras en Tiasta y Uspallata, convirtiéndolo en uno de los mayores hacendados mendocinos por aquellos primeros tiempos coloniales.

Pedro Moyano Cornejo se convertirá entonces, en el “señor del Este”, ocupando las tierras de los antepasados del cacique Pallamay. Y así, el oriundo de Cabeza de Buey (Badajoz) pasó a ser el primer encomendero de la zona, construyendo su estancia y residencia en el distrito de La Reducción del actual departamento de Rivadavia (Juranco, para el nativo huarpe). También la zona en cuestión recibió la denominación deRodeos de Moyano, en referencia al colonizador, y /o por los hispanos residentes en Chile se la reconocía como la «región del Gelante» (por ‘gélido’: la región del frio).

El eje de asentamiento de ese gran espacio, como una especie de gran departamento, será el Río Tunuyán (o río Palempoto, para los huarpes del lugar), abarcando una extensa región rectangular entre la cordillera de Los Andes (O) y el río Desaguadero (E) y los ríos Mendoza (N) y Tunuyán (S). Palabras más, palabras menos; un nuevo tiempo, y nuevos dueños del Este mendocino, sobre las venas abiertas del actual Maipú, Junín, Rivadavia, Santa Rosa, Lavalle, La Paz y del cumpleañero departamento de San Martín

Por lo tanto, podemos afirmar que, administrativamente y en forma documentada, el actual Este mendocino tuvo en el 17 de diciembre de 1578 la fecha oficial de inicio de la conquista española. Una especie de 12 de octubre para la posterior zona de Palorma, Dussel, Favio, Ramponi, el gauchito Lencinas, Gaviola, Calí, Coria Peñaloza, Juanita Vera, Martina Chapanay y del vecino más ilustre que la región recuerde: José de San Martín.

Todo esto se corroborará ante la solicitud de Manuel de Toro Mazote en 1624, requiriendo una «merced» sobre el Tunuyán Inferior de cuatro mil cuadras entre Mendoza y La Punta de Los Venados. Y si bien se le brindó la mitad de lo solicitado, quedó certificado en el documento de concesión, que dichas tierras habían pertenecido a Antonio Moyano Cornejo y Aguilar (hijo de Pedro) y comprendían la región de Machaota, Lagunillas y Yopacto, hoy parte de San Martín, Santa Rosa y La Paz.
Más argumentos que confirmarían el inicio de la colonización esteña, génesis de los departamentos futuros, es el documento de 1629 por el cual Antonio Moyano y Cifuentes (hijo de Antonio Moyano Cornejo y Aguilar, y nieto de Pedro), solicitó directamente al Rey Felipe IV, por tierras que fueron de sus antepasados. La Merced Real fue concedida por el Capitán General de Chile, Luís Fernández Córdoba y Arce con fecha 28 de abril de 1629, dando la concesión de novecientas leguas (de ahí la inspiración de la copla de Vidal Pérez), base del nacimiento de las primeras estancias del Este, desde Rodeo del Medio (Maipú) hasta el Desaguadero, siendo estos algunos antecedentes de la toma española de las tierras que hoy conforman entre otros, al departamento de San Martín.

Pronto el territorio mendocino fue subdividido en tres curatos regenteados por la Iglesia Católica. El Curato del Este será el «Curato de Corocorto» (en honor a un cacique huarpe zonal), al cual pertenecía el actual departamento de San Martín. El ángulo formado por los ríos Mendoza y Tunuyán captó a los primeros pobladores españoles de la zona, y por su condición de tierras anegadizas se conoció el lugar como Los Barriales –y en primeros documentos, como Los Barreales–. Aquella posta instalada, en lo que hoy conocemos como San Martín, fue también clave en su desarrollo impulsando el crecimiento de la población y dando origen al posterior departamento.

II) El tiempo criollo y la Independencia

• Bicentenario de la Independencia y Bicentenario del Departamento de San Martín – 1816 – 2016

El gobernador San Martín y su sueño americano

Con frecuencia resaltamos las notas propias y signos particulares que constituyen el acervo patrimonial y los rasgos distintivos de una región. Sin temor a equivocarnos podemos sostener que Mendoza «fue otra» tras el paso de San Martín por la provincia, erigiéndose en un mito fundacional de fuerte valor simbólico en la historia mendocina, que lo convierten en el máximo referente local. Mito que se agiganta ante su fija idea de pasar sus últimos años en lo que llamaba «su refugio» de Barriales. En su «Tebaida».

La mano sanmartiniana se vio claramente reflejada en el Este mendocino; la realización de obras de irrigación que favorecieron la incorporación al sector productivo de extensas regiones vírgenes. Con el correr de los años llegó el aprovechamiento de las aguas de los ríos cercanos mediante canales y acequias (alguna las famosas «acequias de la patria» construidas por José «el chileno» Herrera)1 , para luego devenir en uno de los oasis de riego más importantes de la Argentina. Nacerán así, y por inspiración de José de San Martín, la ampliación del canal matriz Independencia (data de 1806) y la construcción de los nuevos canales: Cobos, Río Bamba, San Martín, Constitución, San Isidro y Reducción. A lo que agregó la construcción de un molino harinero (sobre una propiedad donada por José Rudecindo Ahumada) que facilitó el abastecimiento a los vecinos del lugar aislados de los centros de producción. «El lugar más apropiado para el emplazamiento del molino se situaba en la margen izquierda del actual canal matriz San Martín, en un desnivel que permitía recibir el agua y accionar la rueda de piedra del molino por medio de un canal anterior. Esta toma de agua estaba localizada a unos pocos kilómetros del carril Barriales, sobre la calle Costa del Canal Matriz». Pero también estimuló la creación de tambos para proveer de leche al ejército. Herrerías, talabartería y una gran panadería completan el mapa comercial creado por el General en el Este.

San Martín y Tucumán

Desde Tucumán nació la Villa Nueva de los Barriales de San Martín

De más estaría repetir lo tantas veces sostenido: San Martín fue clave y protagonista absoluto de todo el proceso relacionado a la Declaración de la Independencia en Tucumán. De eso no hay dudas y sería redundante volver sobre lo mucho ya escrito. Hoy el tema es otro; precisamente la fundación del Departamento de San Martín. Lo que si conviene recordar es que las sesiones del histórico congreso se habían iniciado el 24 de marzo de 1816, y desde ese momento (antes todavía de llegar al trascendente 9 de julio) ya habían logros significativos por exhibir: demarcación de límites provinciales, el progresista tema sobre la distribución de los recursos municipales, la organización y determinación de un presupuesto para el nuevo Ejército Libertador con sede en Mendoza, la acuñación de una nueva moneda de curso legal, la creación de un sistema bancario que daría paso a un banco nacional, el diagrama de una red de caminos con un plan de desarrollo que anticipa lo que sería el antecedentes de nuestras actuales rutas nacionales y, sobre todo, la estimulación a crear y fundar nuevas villas y localidades.
Indudablemente el nacimiento de la Villa Nueva de Los Barreales, abarcando los actuales departamentos de San Martín, Junín, Rivadavia, parte de Santa Rosa y un costado de Maipú, es el fruto de aquellas resoluciones. Fue así que casi 5 meses más tarde de la gloriosa Declaración de la Independencia, surgirá un 20 de diciembre de 1816 el actual Departamento de San Martín.

Estratégico San Martín

En tanto, sumergido de lleno en la preparación del ejército libertador, el General San Martín dejará la gobernación mendocina en manos de Toribio Luzuriaga.

En el marco de la estrategia sanmartiniana estuvo siempre presente la concreción de un verdadero «plan de ordenamiento territorial» (tan en boga en nuestros tiempos) con el doble objeto: 1) potenciar distintas regiones mendocinas con fines productivos específicos y, 2) distribuir la población y servicios para evitar la concentración productiva y social en caso de una invasión realista. Por ende, la villa ya iba tomando forma, cuando el 20 de diciembre de 1816 el Gobernador Toribio de Luzuriaga fundó formalmente la población con el nombre de «Villa Nueva de los Barreales», a la que él mismo le adjuntaba «de San Martín» en su habla habitual y correspondencia. Apenas 7 años más tarde, por un decreto del Gobernador Pedro Molina, la ciudad se convierte en la primera de un sinfín de poblados que homenajearían al general bautizándose con su nombre: «Villa Nueva de San Martín». Y valga la vulgaridad: el primerdepartamento y pionera denominación de cualquier otro tipo de espacio o sitio en ser llamado: San Martín, homenajeando premonitoriamente al Libertador cuando todavía no era quien luego fue.

Denominación y homenaje que se replicará entre los innumerables departamentos, villas, barrios, escuelas, autódromos, ferrocarriles, bibliotecas, parques, calles, plazas, cines, teatros, clubes, pizzerías, fundaciones, universidades, mercaditos, tiendas, y un extenso etcétera, que posteriormente fueron bautizados con el nombre del ya consagrado San Martín.

San Martín; el vecino

San Martín residía en la chacra de la villa de Los Barriales cuando el gobierno de Pedro Molina en 1823 procedió a la delineación de la plaza y sitio para la capilla. Molina le había ordenado a Pedro Advíncula y Agustín Moyano, levantar un plano con trazado de manzanas y cuarteles en la nueva villa, exigiéndoles expresamente consultar con el buen criterio del destacado vecino residente en la zona: Don José.

Pero la villa también fue hospitalaria con otros ilustres soldados. Al finalizar la campaña liberadora, los militares que se destacaron en ella fueron recompensados con tierras. Entre los agraciados, se encontraban los también «famosos» sargentos Bernardo Barrueta, Blas Donoso, Antonio Puebla, Marcos Morales, el Coronel Pedro Regalado de la Plaza, el General Enrique Martínez, el Coronel Francisco Guerrero y el General Juan Gregorio de Las Heras.

Los vecinos de la Villa Nueva en los Barriales propusieron denominarla Villa Nueva de San Martín, en honor del prócer y vecino, quien viviera en tales «pagos» entre el 4 de febrero y el 4 de noviembre de 1823, tiempo que marcará el punto final de su permanencia en el país.

Lamentablemente, los avatares de la vida política nacional, virulenta y contradictoria como tantas veces en nuestra historia, hicieron que el General se despidiera del Este mendocino para nunca más volver. Quedó el recuerdo imborrable de aquel distinguido vecino y el latente sueño de vivir en su Tebaida. Sueño que también cumple 200 años.

Por Gustavo Capone


[1] José Herrera, popularmente conocido como “el chileno”, quien prestó trascendentes servicios, y “por encargo de San Martín, dirigió la construcción de ‘las acequias de la patria’, que distribuyeron las aguas del río Tunuyán” en “LAS TIERRAS DEL ESTE”. El “chileno” Herrera fue encomendado para levantar mensuras y canales en la zona, estando a su cargo los soldados prisiones de la Batalla de Chacabuco, a quienes concentró para la realización de las distintas obras.  Un gran número de prisioneros (españoles y partidarios “realistas” chilenos) en vez de ser fusilados como la “tradición” de guerra lo determinaba, fueron persuadidos a cambio de sus vida y libertad, para cumplir trabajos comunitarios concernientes en tareas agrícolas, obras viales y canales de regadío en nuestros departamentos. La zona más beneficiada por la llegada de prisioneros dispuestos para el trabajo rural fue la actual zona de “Los Barriales” y “Orfila”, que indudablemente benefició las adyacencias de todo el “este mendocino”.