José de San Martín

Potrerillos – Punta de Vacas

Después del sorpresivo ataque de Picheuta, el coronel Las Heras ordenó la persecución de los españoles por una partida al mando del mayor Martínez. El 25 de enero se libró la acción que fue exitosa para las armas patriotas y que se conoce con el nombre de combate de Potrerillos.

Álvarez Condarco

José Antonio Álvarez de Condarco era el jefe del polvorín en el campamento del Plumerillo donde se preparaba el Ejército de Los Andes. Tenía una memoria prodigiosa. San Martín le envía a Chile, con el encargo aparente de llevar cartas al gobernador realista Casimiro Marcó del Pont ya que lo real era que la gran memoria visual de Álvarez Condarco retuviera los accidentes de la cordillera, para marcar luego el camino del ejército. Y así fue.

Los Negros de la Banda

La primera banda del Ejército de los Andes nació gracias al patriotismo de un mendocino: don Rafael Vargas. En su hacienda, contaba con una famosa banda de música, integrada por negros libertas de sus antiguos dominios. Estos habían sido elegidos entre muchos por sus aptitudes musicales. El terrateniente los envió a Buenos Aires para que se formaran como músicos. Cuando adquirieron la preparación necesaria, regresaron a Mendoza, uniformados y con instrumentos nuevos.

Ñacuñan

Ñacuñán, el anciano sabio, conocía bien a los huincas. Fue el último cacique de Malargüe, aliado del general José de San Martín. Su nombre deriva del pehuenche Neyku-ñan o cacique Ñacuñán, que significa águila blanca.

Fray Luis Beltrán

Fray Luis Beltrán fue un fraile argentino de la Orden de los Franciscanos, de brillante actuación como fabricante y organizador de la artillería del Ejército de los Andes. Todo lo que sabía lo había aprendido por la observación y la lectura. Estudió física, matemática, química y mecánica.

La India Magdalena

Una de las colaboradoras de San Martín en la campaña fue la india Magdalena. Su madre y su abuela le habían enseñado los rudimentos del tejido, transformar la lana en hilo, armar las rústicas madejas y el correcto uso del telar. San Martín le encomendó el teñido de los uniformes, pero luego de muchos intentos, no dio resultado.