La situación se desarrolla en una escuela urbano-periférica de nivel primario, situada en un contexto de alta vulnerabilidad social ya que las familias se desempeñan en actividades laborales informales y temporales, los ingresos son muy inferiores a la canasta básica y la mayoría no cuentan con servicios esenciales. Los padres, en su mayoría tienen escolaridad primaria incompleta. Es muy escasa la participación de las familias en las actividades escolares y la asistencia de los padres cuando son convocados a la escuela. El equipo directivo tiene seis meses de antigüedad en la escuela.
En los censos de fluidez lectora, el 80% de los estudiantes se encuentra en un nivel crítico, mientras que en matemáticas el 50% tiene calificaciones inferiores a 7. Sin embargo, las calificaciones en las demás áreas son significativamente mejores, con puntajes superiores a 8 al finalizar el primer cuatrimestre.
En el séptimo grado, con una matrícula de 25 estudiantes, se encuentra una docente con once años de antigüedad en la institución. Esta docente, constantemente, informa y transmite al equipo directivo información sobre la realidad de las familias y los alumnos, cuenta los episodios vividos en el barrio que llegan a sus oídos por parte de los estudiantes u otros padres. En el mes de octubre un estudiante de su grado amenazó con un arma blanca a otro compañero del mismo curso antes de entrar a la escuela.
El estudiante amenazado apenas entró al aula le contó a su señorita que su compañero le había pedido que se acercara a él, había abierto la mochila, le había indicado que mirara adentro y señalándole un arma blanca le dijo “mirá lo que te va a pasar si no me dejás de joder”.
De forma inmediata, la docente pone en conocimiento a la vicedirectora, quien se dirige al aula e invita al estudiante acusado a salir del curso. La vicedirectora comienza a hablar con el estudiante y sin oponer resistencia, ni negar la amenaza profesada a su compañero, entrega un cuchillo de cocina. La situación queda registrada en el libro de actas de la institución.
Al ser nuevamente entrevistado, el alumno expresa que “se cansó de que su compañero lo moleste”; que “le arruinó año anterior y le hizo la vida imposible” y agrega que, no quería que este año le suceda lo mismo. Según relata el estudiante, durante el pasado año y en lo que va del presente ciclo lectivo su compañero ha estado dirigiéndose a él con palabras despectivas como “negro, bolita, muerto de hambre” y que en la clase siempre le tiraba cosas para molestarlo. La vicedirectora le pregunta por qué no avisó antes lo que estaba sucediendo, cuando empezó esta situación, el estudiante responde que le daba vergüenza y que estas cosas “se arreglan en la calle”.
El equipo directivo consultó a la maestra respecto de la situación académica de los estudiantes involucrados y se pudo constatar que el estudiante que amenazó tiene buenas calificaciones y su asistencia es regular y que el estudiante amenazado presenta bajo rendimiento académico, con varias calificaciones por debajo de 7 (siete).
La Directora decidió enviar una nota dirigida a los padres del estudiante que había llevado el cuchillo a la escuela.
Al día siguiente la directora entrevistó al estudiante que fue amenazado, quien reconoció haber tenido los comportamientos descriptos por su compañero, diciendo que no lo hacía por maldad, sino por chiste.