
Sarmiento niño
Artículo de Horacio Ratier publicado en el Monitor de la Educación Común en 1961, en una edición dedicada a Domingo Faustino Sarmiento, en el sesquicentenario de su nacimiento.

Artículo de Horacio Ratier publicado en el Monitor de la Educación Común en 1961, en una edición dedicada a Domingo Faustino Sarmiento, en el sesquicentenario de su nacimiento.
Domingo Faustino Sarmiento (1811–1888) es una de las personalidades más importantes de nuestra historia. Sus ideas, tan admiradas como polémicas, han sido objeto de estudio

Historia de la vida de Domingo Faustino Sarmiento narrada por Felipe Pigna en el sitio El Historiador.

Sarmiento además de un ejemplar maestro fue un increíble estadista. Durante su presidencia, de 1868 a 1874, la Argentina vivió años de gran crecimiento y sus decisiones repercutieron en los años siguientes con fuerza y lo continúan haciendo hasta el presente. Ejemplos hay muchos, pero algunos muy emblemáticos.

«La polémica es para Sarmiento el espacio donde los más diversos géneros literarios encuentran una forma de cruces, un sitio de confluencia y renovación de los recursos literarios y técnicos de la época».

En 1825, José de San Martín escribe una lista de consejos para su hija Merceditas, donde vuelca sus ideales educativos.

Hace tan solo dos años, el Departamento General de Irrigación pudo recuperar un “bando” dictado en 1815, que revela como ningún otro la importancia que

El Regimiento de Infantería de Montaña 11 General las Heras, tuvo su origen en el Cuerpo de Auxiliares Argentinos que en el año 1813 marchó en ayuda de los patriotas de Chile, cubriéndose de gloria en su bautismo de Fuego en el Combate de Cucha- Cucha el día 23 de febrero de 1814. Luego, como parte del Ejército Libertador posibilitó la consolidación de la libertad de ese país en la Batalla de Maipú.

San Martín fallece el 17 de agosto de 1850 en Boulogne-sur-Mer, Francia. Inicialmente, sus restos permanecieron en aquel país europeo y, después de varios intentos de repatriarlos, el 29 de mayo de 1880, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, fueron depositados en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, ubicada en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.