Un jardín nucleado a una escuela urbano/marginal, única oferta en la zona, recibe estudiantes del entorno cercano de la escuela y también recibe alumnos del contexto agrícola. Un estudiante de sala de 5 años, el día 30 de mayo, presenta una grave situación de asistencia a clase.

El alumno convive con su padre y dos hermanos uno de 18 años y otro de 10. Su madre falleció en 2022. No cuentan con teléfono ni conectividad. La única vía de comunicación es a través del padre en forma personal en su propiedad rural. Los tres hermanos y su padre se dedican al cultivo de hortalizas, frutales y cría de animales. En el ciclo lectivo anterior, el alumno presentó una asistencia intermitente llegando a alcanzar 120 inasistencias, por ese entonces ante las entrevistas con directivos el padre informó que el estudiante empezaría a asistir cuando terminara el período de cosecha y el lo pueda llevar.

En el presente ciclo lectivo, al 21 de mayo el alumno cuenta con 45 inasistencias y a la fecha el docente ha podido registrar muy pocas evidencias del progreso del estudiante.

El equipo de DAE convoca al padre en varias oportunidades a la escuela, pero no asiste.

El directivo procede a realizar una visita domiciliaria, dialoga con el padre y este manifiesta conocer la obligatoriedad de la escuela pero que no puede llevarlo diariamente porque trabaja y que necesita la presencia de su hijo mayor en el hogar debido a la cantidad de hurtos que se producen en la zona durante el día. Le propone a la autoridad escolar, que él personalmente buscaría las tareas una vez por semana y se ocuparía de que las copie.

El director consultó a ETI, pero este organismo le informó que en el relato no constataban, maltrato, abuso o trabajo infantil, por lo que no podían intervenir.

Dado que el estudiante asistía esporádicamente, el equipo directivo no denunció ni generó ninguna acción de protección de la escolaridad por no considerar que el niño esté en riesgo.