2 de Junio.
Los 55 años del Instituto de Educación Física 9 – 016 «Dr. Jorge Coll» (1962 – 2017)

Contexto y perspectiva de un nacimiento

«Se forjará una juventud / de corazón y de valor/ Ella será por su virtud / el porvenir de nuestra nación»/ ¡Oh, dulce canción / dulce canción del Instituto! / tiene tu sabor, la grandeza de la Patria…».

Parece oportuno que en una instancia conmemorativa aparezca entre las primeras palabras enunciadas, uno de los símbolos emblemáticos del Instituto de Educación Física: la «Canción del Internado de Instituto», compuesta en 1941 por Raúl Vanney, Rubén Darío Oliva y el sanrafaelino Antonio Gattas (egresados del Instituto de San Fernando – Buenos Aires), que se convirtió en un patrimonio de todos los que transitaron por las aulas de algún establecimiento de educación física del país. Así fue como aquellas estrofas tuvieron destino de identificación profunda para todas sus promociones, de todos los establecimientos que nacieron desde los primeros años del siglo XX.

Y si bien el Instituto mendocino nació en pleno proceso transgresor de los ’60, dicha composición, más emotiva que conceptual, nos invita a pensar sobre el tiempo acaecido. Pues, mientras la amplísima mayoría de los miembros de Instituto cantaban convencidos, con sincera pasión «por la grandeza de la Patria», otros sectores dirigenciales de la sociedad, muy alejados del mundo atlético, obraban anhelando una patria para pocos. Pero como siempre pasa, «la historia vuelve por sus fueros», y vuelve para advertir que es imperioso «derribar los muros, y poder descubrir, lo que siempre estuvo allí».

«No es lo mismo el Otoño en Mendoza…»

Con seguridad en aquella tarde del otoño mendocino, sábado 2 de junio del `62, en el Círculo Policial de Mendoza, solo dos temas deben haber repartido la atención previa al Acto Protocolar de Inauguración del Instituto Nacional de Educación Física de Mendoza programado para las 18.30.
1) Indudablemente: el Instituto de Educación Física abría sus puertas.
2) La fortuita circunstancia que corrió el horario de comienzo del relevante acto de apertura, previamente establecido a las 16 horas. ¿Y cuál fue la circunstancia del abrupto cambio de horario? Nada menos, y nada más que el Mundial de Fútbol de Chile, ya que Argentina jugaba a las 15.30 contra Inglaterra.
Y si bien la presencia del flamante Ministro de Justicia y Educación de la Nación de aquellos tiempos concitaría todas las miradas, en los álgidos momentos que vivía el país tras un cambio de gobierno, el tema de charla ineludible al trascendente acto, y sobre todo en un ámbito tan deportivizado, y con seguridad «fútbolero», debió haber sido la dura derrota argentina, en citado Mundial de Fútbol, nada menos que ante los ingleses de Bobby Charlton por 3 a 1 en el Estadio Barden Copper Company, situado en la minera ciudad de Rancagua, con el arbitraje del ruso Latychev, ante 9.000 espectadores, y entre ellos un entusiasta puñado de mendocinos.

Llegó el día

El Instituto nació al amparo del Decreto Nacional Nº 71.879 emitido el 23 de Junio de 1960, bajo la gestión presidencial del Dr. Arturo Frondizi y del Dr. Luis Mac Kay, Ministro de Justicia y Educación, quien luego sería reemplazado por el médico sanitarista Miguel Sussini (h).

Tuvieron que pasar más de dos años para que el acto de inauguración llegase. Fue el 2 de Junio de 1962 y gran mérito le cupo en la definitiva concreción al Director Nacional de Educación Física, Deportes y Recreación de la Nación, Profesor Ramón Campio Muros (1924 – 2001), presente en el acto (artífice además de la creación del Instituto santafecino de Educación Física).

Dicha reunión se concretó en la sede del vigente Círculo Policial de Mendoza, sobre la esquina de Boulogne Sur Mer y Pueyrredón de la capital mendocina, contando con la presencia de un amplio espectro de personalidades encabezadas por el Ministro de Justicia y Educación, Dr. Miguel Sussini, la Subsecretaria de Educación de la Nación, Elena Zara de Decurguez, el Director General de Administración de la Dirección Nacional de EF, Contador José Domínguez, el Director fundador del Instituto mendocino, Profesor Carlos J. N. Carosio y los directores de los INEF de San Fernando – Bs. As., del «Romero Brest» (Capital Federal) y del novel instituto santafesino, con sus respectivos abanderados y delegación de alumnos.

Recordemos que la Provincia de Mendoza, al igual que el país, había sufrió una nueva alteración al sistema democrático, cuando fue derrocado el Presidente Frondizi. Consiguientemente el gobierno mendocino de Francisco Gabrielli y Félix Aguinaga, fue sustituido por la Intervención Federal del Brigadier Segundo Carlos Conrado Armanini el 24 de abril de 1962, siendo éste, la máxima autoridad provincial presente en el momento fundacional del Instituto, acompañado de sus ministros Joaquín Guevara Civit (Gobierno), Rafael Ruiz López (Asistencia) e Isidoro Boaknin (Subsecretario de Justicia). También asistieron a la velada de apertura, el Rector Interino de la UNC, Juan Antonio Orfila, el Rector del ICEI, Emilio Descote, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, Dr. Salvador Barbera Guzzo y el Comandante de la VIII Brigada de Montaña, D. Roberto Moore.

Los alumnos y profesores del Instituto se encontraban formados, constituyendo un ángulo imaginario sobre los costados del amplio salón. Ahí estaba la primera promoción del Instituto: «Los algarrobos», como se autodenominan. «Los algarrobos», la única promoción que nació sin padrinos mendocinos. La elección de «padrinos» es un acto simbólico y característico de los institutos de educación física del país, donde los estudiantes ingresantes de primer año eligen un referente de cursos superiores para que afectivamente los guíe o asesores en menesteres educativos.

Mientras la parte específicamente formal comprendió la interpretación de los himnos nacionales y del Instituto por parte de la Banda de Música de la Policía de Mendoza; los discursos de rigor; la entrega de plaquetas recordatorios y una Bandera de Ceremonias por parte del Profesor Muros al Abanderado de Instituto (Lorenzo Alfredo Raffaini); la ofrenda de las representativas «I» (otro gesto simbólico y particular de Instituto) al alumnado de Instituto; una muestra gimnástica de los institutos visitantes y la actuación del Coro del Instituto de Santa Fe.
Todo finalizó con un vino de honor y una cena de camaradería en Belgrano 441. Seguramente, los brindis por la apertura del Instituto, en algo habrán paliado aquella derrota contra los ingleses en Chile.

La mística del profe

Tras cincuenta y cinco años de vida, lo primero que nos preguntamos en estos casos es: ¿cómo puede algo simbólico (una canción, un color, un cacique, una «I», un juramento, una fecha recordatoria) abarcar a tantas personas? ¿Cómo logra algo abstracto unir a personalidades diferentes, con posicionamientos políticos y religiosos distintos? Más aún, ¿cómo puede motivar a mujeres y hombres de diferentes generaciones, educados al amparo de diversos paradigmas, cultivados bajo dispares estratos sociales, provenientes de rincones tan distantes y, hasta con objetivos disímiles, generar tan fuertes arraigos que se convierten en indestructibles? Básicamente, porque nuestros institutos formadores a lo largo de su historia (muchas veces incomprendida, otras contradictoria) generaron identificaciones que superan cualquier barrera humana o sectorial, posicionando lo emblemático y patrimonial «del colectivo» por sobre cualquier acción personal, sumergiendo lo egocéntrico debajo de los nobles comunes denominadores de la mayoría de sus componentes.

Así afloraron sus objetivos, sus huellas, sus símbolos, sus referentes. Como quien enciende un foco distintivo que ilumina el camino. Como quien percibe la guía de un faro que se refracta en altamar. Porque «sólo se ama lo que se conoce, y se defiende lo que nos identifica»; pero además para que siga siendo la memoria una firme herramienta contra el olvido, y nadie pueda pensar que lo que no se recuerda, es porque no ha existido.

Por Gustavo Capone